Las líneas de su cuerpo guardan una cálida armonía similar a la forma de la Ilha Redonda -como es conocida en la bahía de Angra dos Reis, la admirada y misteriosa Isla de Caras-. Lo que sería una visita ocasional se convirtió en un mar de sensaciones que desató sus emociones más profundas, hasta llegar al llanto sincero. Detrás de la seguridad y la soltura que ostenta su traje de princesa, Rocío Guirao Díaz (23) esconde una niña que creció antes de tiempo. A sus 14 años se inició en el modelaje, y ese fue el punto de partida de una carrera que aún está lejos de su punto de llegada. Y mientras traza un recorrido vertiginoso, la modelo de la agencia Multitalent por momentos responde a las estrictas órdenes de su interior, que le reclaman un “stop” inmediato. Aquellas que abren paso a la valiosa intimidad de su hogar de soltera, surgida hace tres años, y al espacio donde se dedica por entero a su hobby: la pintura que le permite trazar, en pinceladas, un puente con su ser más puro. Ese que medita sobre el amor, que anhela aprender a andar sobre sus rieles, pero que suele tropezar en el intento. Después de una crisis amorosa, la modelo se reencontró con su novio, Eric Engstfeld (25), con quien convivió un año y medio. Hoy la pareja -que vive en casas separadas-, encontró en la libertad y los espacios propios, el equilibrio y la felicidad. Sueños de madre, hija prodigio y adulta precoz. Con ustedes, Rocío.
viernes, 11 de enero de 2008
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