viernes, 11 de enero de 2008

Mariana de Melo habla del accidente

Sólo la palabra “milagro” puede llegar a explicar la casi inexplicable recuperación de Mariana de Melo (27). Durante veinte días de internación luchó entre la vida y la muerte. Finalmente ganó la batalla, y el jueves 3 fue dada de alta de la Clínica de los Arcos, en Palermo, y se instaló junto a su madre Nilda y sus hermanos Roxana (24) y Javier (30) en su departamento del barrio San Cristóbal.
—¿En algún momento fue consciente de la gravedad de su estado?
—No supe lo que estaba pasando. No recuerdo el choque ni nada. Estuve en coma farmacológico durante siete días. Mi mamá y mi hermana dicen que les apretaba las manos, que se me caían las lágrimas, pero no recuerdo nada. Sé que en todo momento rezaban mucho por mi vida. Cuando desperté, pregunté por qué no podía caminar. Entonces, me enteré que la gente me enviaba cartas, rosarios, que hacían cadenas de oraciones por mi salud. Recibí más de veinte crucifijos. No sólo me siento querida por la gente, sino también por Dios. Está bueno ¿no? Siento que viví un gran milagro.
—¿Cómo fue ese despertar? ¿Sintió miedo?
—Cuando abrí los ojos, estaba sola. Enseguida vino mi hermanita Roxana. Me abrazaba y lloraba, entonces entendí que había estado muy grave. Pero nunca sentí nada. Tuve miedo de no poder caminar más. Pero Roxy me tranquilizó. Ella estaba de vacaciones acá cuando ocurrió el accidente y fue de inmediato a Pehuajó a buscarme. Se hizo cargo de todo. Es una ídola mi hermanita. De ahora en más ella va a manejar todas mis cosas: mi plata, mi carrera, mis contratos. Va a pagarme las cuotas de mi camioneta. Sé que no va a sacarme ni un peso. La amo. Es divina. ¿Viste qué linda es? Hoy se peinó lacio, y le queda bárbaro. En cambio, yo estoy pelada. Muchos me dicen que no me queda mal. Me gusta usar turbantes y me cuesta quedarme quieta. Aunque no estuviera del todo consciente, siempre tuve ganas de vivir. Sólo eso me importaba. Disculpá que hable bajito, pero estoy disfónica a causa del tubo del respirador artificial que me afectó la laringe.
La pesadilla de Mariana de Melo comenzó el 16 de diciembre, en el kilómetro 343 de la Ruta 5, a la altura de Pehuajó. El Peugeot 206 en el que viajaba la modelo, junto a su maquillador Fernando Correa y el chofer del remise, Antonio Casanave Arena, se estrelló contra una cosechadora. El chofer murió en el acto. Mariana y Fernando fueron ingresados en el hospital de esa ciudad, donde los operó el doctor Cumba. A los dos les extirpó el bazo. Por la gravedad de su estado Mariana fue trasladada en un avión sanitario a Buenos Aires. El parte médico era poco alentador. “Su salud está muy comprometida. Tiene un traumatismo encefalocraneano con gran edema cerebral. Presenta una fractura en la tercera vértebra cervical sin desplazamiento y traumatismo de tórax con una contusión en la base del pulmón izquierdo con derrame del lado controlateral. Se encuentra en coma farmacológico con un monitoreo de presión intracraneana por la presencia de múltiples contusiones cerebrales. Tiene fracturas y heridas en su órganos y cortes en la oreja y pómulo izquierdo. Su estado es crítico”. La madre de la modelo, sus hermanos y amigos que la acompañaron en los momentos más difíciles hoy no se separan de su lado: la cuidan, la protegen, la acompañan en su recuperación y rezan para agradecer que Mariana esté viva. “¿Qué otra palabra que no sea un milagro de Dios, puede explicar esto?” , dice la mamá con lágrimas en los ojos. Mariana la escucha, mientras su amigo Fernando Correa la maquilla para las fotos. Si bien la expresión dulce de su rostro y su tono de voz angelical siguen intactos, las huellas de los graves momentos vividos están presentes en la cicatriz de su cara y de su oreja, en el brazo enyesado y en su cabeza rapada. Sus familiares están pendientes de ella, y Mariana los reclama todo el tiempo. La ayudan a caminar, a vestirse, la cubren de mimos y besos, como si quisieran recuperar los días repletos de miedo e incertidumbre. Su hermana Roxana aún siente angustia por los momentos vividos. Con los ojos anegados en lágrimas comenta: “Estamos tocados por una varita mágica. ´La Negra´ se vino a Buenos Aires desde Misiones y se hizo famosa. Yo modelé en España y me fue rebién. Volví después de un par de años y estaba aquí de vacaciones cuando sucedió la tragedia. Marita también vivió en Alemania cuando estaba casada con Juan Fernández —ex futbolista de River y actual de Colón—. Perdió un embarazo de él. La pasó feo, pero, como dije antes, estamos tocados por una varita mágica: siempre logramos salir adelante, pero a la vez siento que no paramos de sufrir”. Al verla moverse en su departamento, resulta difícil comprender que Mariana dejó la clínica el día anterior. Más coqueta que nunca mira los vestidos, elige los turbantes, la consulta, quiere usar tacos altísimos, aunque su hermanos no se lo permiten. Tiene ganas de vivir y se le nota. Siente que volvió a nacer. De a ratos se pone muy nerviosa y reclama a su hermana que salió a hacer un trámite.
—¿Considera que esto es lo peor que le pasó en la vida?
—Por suerte no tomé mucha conciencia de la magnitud de esto. Pero recuerdo otros momentos tristes de mi vida. Tuve una infancia dura. Eramos tres hermanos y vivíamos con papá, que trabajaba todo el día. Eramos tan humildes, que no teníamos para comer. Me moría de hambre. Entonces, aprendí a hacer pan y lo vendía en el barrio. Después comencé a trabajar por hora como empleada doméstica. A veces traía ropa a casa para lavar y planchar. Me las rebuscaba, pero era muy triste. De todas maneras estoy orgullosa de haber salido adelante. Siempre recé, recé todo el tiempo. Cuando estuve internada vinieron a verme mi papá y mis otros hermanos: Eliseo, Germán, Carolina, Lucas, Fernando y Rose Marie. Viven en Misiones. Por suerte vinieron a pesar del gasto que implica viajar.
—¿Le gustaría volver a trabajar pronto?
—Tengo que hacerlo. Quiero volver cuando antes a la obra Asesiname dulcemente, en Carlos Paz. Está todo listo, ellos me esperan, me adoran, me dicen: “Marianita te guardamos el lugar, vamos a bancarte hasta lo último”. Los próximos días me voy para allá, y probablemente esté en la próxima temporada de Bailando por un sueño. Marcelo Tinelli me mandó saludos y me ofreció ayuda. Se portó muy bien al igual que su equipo. Fernando Maldonado también se portó muy bien conmigo y Jacqueline Dutrá resultó ser una amiga incondicional. Pero no puedo nombrar a todos, son interminables. Descubrí que en el ambiente del espectáculo hay muy buena gente. No veo la hora de reencontrarme con mi público.
—¿Está de novia?
—Estoy sola desde hace un año y medio. Mi hermana también. Vamos a ver si este verano conseguimos novios (risas).
Su mamá le alcanza un vaso de leche con seis facturas que Mariana disfruta plenamente. Su hermana Roxy la observa: Tiene mucho apetito, come un montón, ya recuperó lo que había bajado. Quiere hacer todo, moverse, andar y no puede. De a ratos se pone muy nerviosa, ansiosa. Sé que no está mal pero era tan activa, tan entera, tan enérgica que me parte el alma verla así. Aunque sé que no está mal y va a estar mejor cuando haga la rehabilitación. Me duele verla y a la vez estoy muy feliz porque la tenemos con nosotros. Siempre fuimos muy unidas, mi padre, mi madre todos me llamaban. “Está bien” les decía yo, pero me moría por dentro.
—¿Cuáles son los pasos a seguir de ahora en más?
—La prioridad es la salud de “mi bebé”. Tiene que seguir el tratamiento en casa. Vienen los médicos acá: el clínico y el psiquiatra. Sólo saldrá para hacer la rehabilitación. Después veremos.
Mariana interviene de inmediato: “Ni bien me lo permita el doctor me voy a Córdoba. Necesito estar allá y empezar a trabajar cuanto antes. Vamos con mamá y mi hermano. Quiero volver a vivir aunque ya estoy viva”

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