lunes, 7 de abril de 2008

Wanda Nara y los preparativos de su boda

Jamás imaginó una vida cruzando el océano. Wanda Nara (21), y poco y nada recordaba lo aprendido en las clases de Historia, sobre zares, revoluciones, el Kremlin y muñecas matrioshkas. Pero hace nueve meses, al conocer al futbolista Maxi López (24), actual jugador del FC de Moscú, todo cambió para ella. Un flechazo fulminante y las ganas de superar las distancias, rápidamente la decidieron a dar el “sí”. Hoy, a dos meses de su boda, Wanda habla de un destino que ya la aguarda en la lejana Rusia y, también, de los deseos de formar una familia junto a quien define como su “príncipe azul”.
Antes de subir al avión de regreso a Moscú, y mientras ultima detalles de su casamiento, la vedette dialogó con CARAS para develar detalles del festejo que los convertirá en marido y mujer. El civil tendrá lugar el 23 de mayo, en el barrio de Belgrano. La ceremonia religiosa y el lujoso festejo en un hotel cinco estrellas, llegarán una semana más tarde, el 31 de mayo.
—¿Cuándo fue que decidieron casarse?
—Al conocerlo supe que sería una persona muy importante en mi vida. Y a él le pasó lo mismo. “Yo a vos te quiero para toda la vida”, me confesó en la primera salida. Hoy, que ha pasado el tiempo, Maxi siempre me recuerda esas palabras.
—¿Cómo se conocieron?
—Una amiga en común, Valeria, nos presentó hace nueve meses. Yo venía de una relación complicada y no quería conocer a nadie. Pero mi amiga insistió, me decía que él era el chico para mí. Al final, Maxi vino a verme desfilar, así de sorpresa, invitado por Valeria. Bajé de la pasarela, medio desarreglada, en ojotas y jeans, y ahí estaba él, impecable, súper elegante. A mi amiga la quería matar. Cuando lo vi quedé flechada, así fue.
—¿Maxi le propuso casamiento?
—Nos cuesta mucho estar separados, soportar las distancias. Cuando él está en Rusia, hablamos setenta veces por día. Enseguida supimos que esa distancia, finalmente, nos llevaría a formalizar. Él quería demostrarme que buscaba algo serio, casarse y formar una familia. Me propuso casarnos a los pocos meses de estar juntos.
—¿Alguna vez imaginó casarse tan joven?
—Ni me lo esperaba. El último príncipe azul que quedaba en el mundo me lo llevé yo. Me enamoró su bondad y caballerosidad. Es un hombre muy inteligente, de buenos sentimientos, que sabe contenerme.
—¿Piensa instalarse definitivamente en Rusia?
—Quiero poner un stop a mi carrera para dedicarme a él y a mi familia. Hoy mi prioridad es mi nueva vida de casada y que Maxi sea feliz. Como él tiene un contrato para estar cuatro años más en Rusia, pensamos en hacer allá nuestra vida de recién casados. Siempre dije que cuando encontrara a la persona indicada iba a sacrificar mi carrera.
—Ya decididos a dar el “sí”, ¿en qué tipo de fiesta pensaron?
—Nuestra idea inicial fue hacer un té. Pero cuando nos juntamos con la wedding planner, porque viviendo afuera necesitás a alguien que te ayude, nos dimos cuenta de que casarse pasa sólo una vez en la vida. Somos jóvenes y queremos disfrutar de nuestro casamiento a pleno. Será una boda muy romántica. Una fiesta para 120 invitados (para familiares y amigos más íntimos). Es la boda que se merece nuestra historia de amor. Estamos muy enamorados y felices de habernos elegido. Debemos ser de las pocas parejas que eligen casarse siendo tan jóvenes.
Mientras Wanda cuenta que su hermana Zaira Nara será su testigo de boda, mira con entusiasmo modelos y géneros en el atelier de Claudio Cosano, el diseñador que eligió tanto para el civil como para la iglesia. “Sin perder el estilo sexy y sensual que la caracteriza, Wanda eligió un traje de novia mucho más romántico. Quise trasmitir su energía y carisma, y transformarla en una verdadera novia, con ramo, tocado, velo y una cola deslumbrante. El traje es bien espectacular, bordado en cristales Swarovski. Luego, para mitad de la fiesta hará un cambio para estar más cómoda y disfrutar de la boda. Serán dos vestidos de novia de alta costura. Para el civil Wanda lucirá un taillieur”, adelanta el diseñador quien también se ocupará de los zapatos y accesorios de la novia, como también asesorarla en la elección de las joyas.
—¿Cómo será esa noche tan especial?
—Para la ceremonia religiosa elegimos la iglesia Santa Elena, en Palermo. Es una pequeña iglesia con mucha intimidad, a la que llegaré en un coche antiguo. El menú está a cargo del Hotel Alvear, donde pasaremos la noche de bodas y será la gran sorpresa de la noche, hecho a pedido nuestro. Las alianzas las adquirimos en un viaje a Madrid, y nos casará el padre Pintos, al que queremos mucho y conocimos en el curso prematrimonial. Para el civil, el 23 de mayo, ofreceremos un té en el palacio Duhau. Y luego, el 31 de mayo voy a estar entrando en la iglesia Santa Elena, a las 20:00.
—¿Luna de miel?
—Por ahora la hemos postergado, porque Maxi está a pleno con la liga de fútbol de Rusia. Pero pensamos tomarnos unos días a fin de año y viajar a la Polinesia o a las islas Maldivas.
—Vida al estilo europeo, coches importados y bolsos Vuitton repletos de ropa y accesorios de Dolce & Gabbana. Vida lujosa y marido futbolista, estilo Mariana Nannis. ¿Hay una nueva Wanda Nara?
—Al permanecer en Europa y tener que acompañar a Maxi a reuniones y fiestas, necesitás vestirte bien, preocuparte por la imagen. Acá, en general, el look es menos sofisticado, por eso se ve raro que yo me vista más estilo europeo. Pero a pesar de todo, sigo siendo la misma. Maxi siempre me dice que encontró a la mujer soñada y que valora mucho mi sacrificio, el tener que dejar a mi familia y mi carrera para acompañarlo. Hoy, tengo los mismos valores que enamoraron a mi novio como mi sinceridad y carisma, y mi compromiso solidario con los chicos. Y eso es algo que no va a cambiar.

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