Llora, llora, la llorona. / Llora, llora, sin parar. / Llora, llora, la llorona / pero a vos te gustará, / te atrapará, / te matará.
A las 3.30 de la madrugada del domingo 16, cuando Mariana de Melo comenzó a cantar su hit ante las 1500 personasque colmaron el boliche El Castillo, en las afueras de Santa Rosa, La Pampa; jamás imaginó que tres horas y media después esa sonrisa que quedó grabada en las decenas de cámaras digitales de los presentes, se le borraría por completo de su hermoso rostro. El show duró lo que duran sus dos canciones: La llorona, el tema con el que satiriza su lágrima fácil en Patinando por un sueño, y Apaga la luz, el segundo corte que prenunciaba la salida de su primer disco. La gente se plegó al espectáculo con palmas, y algunos fans hasta se animaron a bailar junto a Mariana, como testimonian las fotos que Paparazzi reproduce en exclusiva. Tan sólo unos minutos después la vedette se subió al Peugeot 206 que la llevaría de vuelta a casa. Pero en el trayecto se encontraría con la tragedia.
La cifra era tentadora. 4500 pesos la esperaban a 600 kilómetros de Buenos Aires, a cambio de un show de sólo 15 minutos. Por eso, el sábado 15 a las 7 de la tarde Mariana de Melo partió de su casa del barrio de San Cristóbal, en Capital, y viajó hasta Santa Rosa, La Pampa, en un remise pampeano especialmente contratado por el boliche El Castillo, ubicado en las afueras de la capital de la provincia. Allí, en el boliche, 1500 personas esperaban su presentación en la madrugada del domingo 16.
La ida. Durante el viaje de ida, Mariana aprovechó para descansar en el asiento trasero del vehículo, ya que todavía le duraba el cansancio luego de una larga noche de viernes en Sunset, donde se presenta habitualmente. El arribo a Santa Rosa fue a la 1.40 de la madrugada del domingo, según consta en el acta de ingreso del Motel Calden, el hotel tres estrellas donde se alojó la vedette. “Estuvo en su habitación hasta las 3, hora en la que salió para El Castillo. Sólo tuvo tiempo de bañarse y cambiarse antes de ir al show”, comentó el conserje.
El show. En el boliche la esperaba Ariel Gómez, dueño del local bailable. El espectáculo de Mariana fue corto pero efectivo. Y una vez terminada su presentación, la vedette se quedó charlando con el público, tomó una bebida energizante sin alcohol, y según comentó una empleada del local, dijo que estaba cansada y quería ir a dormir al hotel. “Pero después pidió volver a Buenos Aires esa misma noche”, agregó. ¿El motivo? Por la tarde esperaban a Mariana en Top Ten Vivo, el programa de televisión de América TV que se transmite en vivo a las 5 de la tarde. Pero ese no era su único compromiso dominical: un rato más tarde estaba citada para grabar un bloque del programa Ran15.
La vuelta. Según precisaron fuentes del boliche, el regreso de Mariana de Melo a Buenos Aires estaba pautado para la mañana del domingo 16, luego de unas horas de descanso en el Motel Calden. Y quien se encargaría de su traslado sería el propio dueño de la disco, Ariel Gómez. Pero ante el cambio de planes de la vedette, y como Gómez no podía viajar tan temprano, quien se ofreció como chofer fue Omar Antonio Cazanave, amigo del propietario del local. “No era barman del boliche como se dijo en los medios. Era sólo un amigo de Ariel que tenía que viajar a visitar a su madre, que estaba en Buenos Aires bajo tratamiento de un cáncer. Por eso se ofreció para llevar a Mariana”, aclararon desde El Castillo. “Y el chico estaba acostumbrado a hacer ese trayecto, porque se turnaba con su hermana para estar cerca de su madre cada semana”, agregaron. Los tres –Cazanave, De Melo y Correa– partieron –previo paso por la casa de Cazanave– a las 4.30 de la madrugada, a bordo del Peugeot 206 azul modelo 2006, patente FXS 171. Todavía era de noche. Fernando Correa viajaba en el asiento del acompañante, y Mariana de Melo atrás. Tomaron la estrecha Ruta 5, de tan sólo 7,20 metros de ancho. A los pocos minutos, tanto Fernando como Mariana se quedaron dormidos. El, con su cabeza apoyada sobre su bolso de trabajo. Ella, recostada en el asiento trasero. Ambos sin cinturón de seguridad, igual que el conductor. Algunos minutos después, Correa se despertó dos veces ante sendos movimientos zigzagueantes del vehículo, como testimonia en la entrevista exclusiva y reveladora que le realizó Paparazzi (ver página 10). Pero Omar Cazanave le respondió que se quedara tranquilo, que estaba todo bien. No sabía que la tragedia los esperaba a la vuelta de la esquina.
El choque. Eran las 7 de la mañana. El sol ya había salido y pegaba de frente. Faltaban 343 kilómetros para llegar a Buenos Aires. En ese momento, cuando el Peugeot 206 que transportaba a Mariana de Melo transitaba cerca de la localidad de Pehuajó, ocurrió la tragedia de la que hoy habla todo un país: el auto perdió el control, se pasó parcialmente al carril contrario, y chocó de frente y violentamente contra una cosechadora de la empresa Santilli, habilitada por Vialidad Nacional para transitar por esa ruta “de sol a sol”, según aclararía el comisario Rafael Aragonez. El auto se incrustó debajo de la máquina. El conductor murió en el acto; Mariana de Melo quedó gravemente herida; y Fernando Correa, aún con heridas importantes, logró salir del vehículo por la puerta derecha, que no estaba tan dañada. Los primeros autos que pasaron por el lugar se detuvieron y llamaron a una ambulancia, que llegó a los pocos minutos. Mariana ingresó al hospital Juan Carlos Aramburu de Pehuajó con “traumatismo encefalocraneano, que la llevó a un estado de coma con un gran edema cerebral”, además de fracturas y traumatismos varios, según explicó el doctor Osvaldo Pérez Puente. Tras una operación que duró casi tres horas, en la que le extirparon el bazo (al igual que a Correa, que nunca estuvo con riesgo de muerte), decidieron trasladarla en un avión sanitario al Sanatorio de los Arcos de Palermo, porque su estado requería de una terapia con aparatología de mayor complejidad.
No hay comentarios:
Publicar un comentario