El chimento, incluido en la sección Dicho al oído, y publicado en la edición 279 de Paparazzi del último 15 de marzo, fue la primera señal. Allí, en un pequeño texto encuadrado como El enigmático de la semana, se contaba sobre un romance entre un hombre y una mujer muy famosos. Romance que había terminado por decisión de él, lo que había provocado la frustración y el enojo de ella. Ese chimento, breve y secreto, fue la primera señal, pero no la única.
Siete días después, y en la misma sección, se amplió la información con algunos detalles complementarios. Y punto. Parecía que todo terminaría allí. En unas pocas líneas escritas sin nombres ni apellidos, y que mencionaban una relación como tantas. Pero no fue así. El escándalo creció en diálogos en voz baja y en broncas y llantos contenidos durante días. Hasta que cerca del último fin de semana algo se quebró. La prueba contundente de esa grieta en el secreto de tres la dio la publicación de la misma información que había aparecido en Paparazzi, pero esta vez en un blog, y con nombre y apellido de los protagonistas. El episodio fue llamativo por lo inusual, y anticipaba lo que finalmente ocurriría el lunes 2 de abril. Ese día, Cecilia Milone sorprendió a todos al exponer televisivamente su supuesta relación de más de 6 años con el humorista Nito Artaza. Fueron largos minutos de un relato detallado e impactante. Entre otras cosas, Milone aseguró: “Si yo nunca hablé de mi relación con Nito fue para protegerlo porque él era un hombre casado. Pero hace un año y medio que terminamos, y no entiendo por qué me siguen amenazando. (…) “Me cansé de tener miedo. Salgo a hablar para protegerme y porque no soy una cobarde como la persona que se esconde detrás de los anónimos. (…) Yo sólo hablé una sola vez de esto con la esposa de Nito, y fue porque él me lo pidió. Tengo que admitir que la conversación fue en muy buenos términos”. “Me amenazaron con el trabajo, mi familia, y con que voy a ser una fracasada toda mi vida. Llegué a recibir tres mensajes por día”.
Pero las preguntas surgieron como trompadas apenas Milone puso punto final a su relato. ¿Por qué se decidía a contarlo ahora? ¿Por qué se atrevía a un acto –el de admitir un romance con un hombre casado– pocas veces confesado? Milone habló de amenazas reiteradas. De mensajes telefónicos y de textos que la sumieron en la angustia. Y justificó así su controvertida decisión. Pero ya no había marcha atrás. El escándalo se había convertido en un tsunami y nadie se aventuraba a decir cómo y cuándo podía terminar.
Apenas unas horas después de lo dicho por Milone, Nito Artaza enfrentó los micrófonos para decir su verdad. Con cara seria y gestos duros reiteró una y otra vez la frase que sería su caballito de batalla durante las horas siguientes: “No voy a permitir que nadie se meta con mi vida privada ni con mi intimidad”.
Un día más tarde, y ante la consulta en Intrusos, Nito se extendió y contó su verdad sobre la relación con Milone.
“Nunca hablé de mi vida privada, pero es necesario hacer una aclaración. Nunca tuve una relación importante con esa persona. Fueron salidas esporádicas y de separado. No escapo a ninguna responsabilidad, pero nunca tuve que decidir entre dos personas, y no voy a permitir que se pongan en duda ni la integridad moral ni el honor de la persona que amo: Cecilia Oviedo. Ella es la mujer que amo, lo tengo muy claro, y la voy a defender hasta las últimas consecuencias”.
Enojado, Artaza también vinculó el escándalo con la proximidad del estreno de su obra Bailando por un voto, en Buenos Aires. “Me parece muy llamativo que justo aparezca este tema a 48 horas de mi estreno en Buenos Aires”, dijo. Mientras tanto, Cecilia Milone se refugió en Mar del Plata, apagó su teléfono celular y rechazó cualquier consulta periodística.
Un humorista muy famoso. Una cantante bella y también famosa. Una esposa supuestamente engañada. Un cóctel explosivo que estalló una tarde, y cuyas esquirlas todavía vuelan peligrosamente en todas las direcciones. Cuando finalmente caigan, no habrá dudas de que quedarán muchos y muy mal heridos.
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