Nos recibe en su nueva casa de un barrio privado, y el look de ama de casa no puede disimular la pancita. Su flamante marido prueba la presión de una pelota número cinco recién comprada. “Es para jugar un picado el fin de semana”, confiesa el hombre que tan feliz la hace. Y como mascota no podía faltar un labrador dice, presente. “Es de acá, del barrio. Si le llega a faltar hogar, acá lo va a tener seguro”. Apenas llega de hacer las compras en Unicenter, Nicole Neumann (27) despide momentáneamente a una de sus mejores amigas. Acondiciona la mesa del patio y celebra el espectacular clima del mayo bonaerense. Viene de estar tres meses en México con Fabián Cubero (29), y con ganas de hablar. Tiene mucho, pero mucho para contar.
“El embarazo lo veníamos buscando. Y cuando nos propusimos encargar el hijo, Fabián empezó con el tema del casamiento. La verdad, a mí me daba un poco de fobia hablar de eso, por la experiencia anterior y porque nunca fui de las que sueñan con casarse. Pero él quería que cuando nazca nuestro hijo, sus papás estén casados. En ese aspecto es medio chapado a la antigua (sonríe). Y cuando el año pasado nos comprometimos para mi cumpleaños, nos hicimos una promesa: Que cuando quedara embarazada, nos casaríamos. No me quedó otra, tuve que ser esclava de mis palabras (más risas)”.
Sin amigos ni familiares presentes, la modelo y el futbolista se casaron el jueves 8 de mayo, en Cabo San Lucas, México, uniendo sus vidas por civil según las leyes de ese país. El de blanco, y ella con su embarazo de tres meses, organizaron una sencilla ceremonia en la playa del hotel Sheraton Hacienda del Mar. Y tan íntimo resultó ser que los testigos fueron el gerente del hotel, su mujer, y dos empleados que se ofrecieron de buena onda. “Lo que sí siempre soñé fue casarme en la playa. Y aprovechando que el equipo de Fabián, el Monterrey, no se clasificó para la Liguilla, planeamos una semana de vacaciones con boda incluida. Elegimos Cabo San Lucas porque era el lugar ideal. Aunque no lo conocía, pero sabíamos que era increíble. No quisimos hacerlo en la Argentina porque iba a ser complicado, entre tanta nota, y no lo íbamos a disfrutar.
—¿Cómo fue la ceremonia?
—Primero, nos casó un juez y después hubo una bendición de anillos por parte de una ministra. Como Fabián conocía bien al gerente del hotel, que es argentino, ellos nos ayudaron en todo. Y no hubo ceremonia religiosa, porque yo ya estaba casada.
—Sorprende que no haya habido invitados...
—No avisamos a nadie porque fue imposible planificarlo, ya que dependíamos de los resultados del Monterrey. Y no le podés decir a la gente que saquen el pasaje en fechas a confirmar. Además, la idea no era hacer una fiesta grande. Más que nada, queríamos estar casados para el momento en que nazca el bebé”.
—Cuando el tiempo se los permita, ¿habrá fiesta de bodas?
—“No, por ahora no, y dudo que en un futuro la haya. Sí organizamos para este domingo” (por el que pasó) una comida acá, con ambas familias y amigos, para mostrales la ceremonia en fotos y video. Mirá lo imprevista que fue la boda que no recordaba quien la había contado y a quien no. Cuando el lunes 12 llegué a Buenos Aires, y llamé a la abuela para invitarla para el domingo, no entendía nada. ‘¿Cómo que te casaste?’, me dijo. Fue todo tan rápido que se me pasó.
Para quienes siguen la carrera de Nicole desde sus albores, extraña imaginársela con panza de embarazada. Icono de belleza y sensualidad, como pocas, la ex “Lolita” y actual sex symbol se transformó en futura mamá. “Es muy loco lo que pasa, la gente está sorprendida, me miran la panza y quieren ver lo que hay. Y eso que estoy de tres meses y medio, no de siete, aunque se me nota bastante. Es raro que venga una vendedora en el shopping y me diga: ‘Te llevo las cosas hasta el auto para que no estés cargando’. O que mi amiga diga: ‘Estacionemos en el lugar de embarazadas, si vos estás embarazada’. Los jeans que no me cierran, es todo un cambio”.
—¿Cómo se dio el proceso del embarazo?
—Hace rato que queríamos tener un hijo. Desde que nos fuimos a México y, en 2007, empezamos a convivir, pero se complicaba por los tiempos y las ocupaciones de cada uno. Con tantos viajes era imposible planificar algo, y cuando encontrábamos un hueco había que atacar, no teníamos opciones (sonríe). Así se dio, lo bueno es que va nacer cerca de mi cumpleaños.
—¿Para qué fecha se estima el nacimiento?
—Tengo para el 9 de noviembre, aunque dicen que los primerizos se adelantan. Como cumplo años el 31 de octubre, ya me veo en el hospital con los regalos. Mis amigas me dicen: “¡Uy, que no salga escorpiano como vos!”. Y a mí me encantaría, porque los escorpianos tenemos carácter y sabemos muy bien lo que queremos.
—¿Y el sexo, ya lo averiguaron?
—El sexo es lo único que nos vamos a guardar como secreto hasta el día del nacimiento. Lo supimos recién ahora, el miércoles 14.
—Recuerda cómo fue ese momento sublime, de saber que estaba embarazada.
—Sí, fue en Monterrey, a fines de febrero. Yo no tenía síntomas, pero como estaba más o menos en fecha quería hacerme el test. Y Fabián me decía: No, esperemos un poco’, no quería que se termine de golpe la intriga de los días de atraso. Hasta que no aguanté más y me lo hice. Me acuerdo que era de noche, estábamos en casa preparándonos para ir al cine. Lo lógico era esperar la orina de la mañana, al día siguiente, pero me lo hice igual. Y al toque veo una sola rayita. Me sentí frustrada, lo dejé en el baño y me cambié. Entonces entró Fabián al baño, y yo, medio enojada, le digo que según el test no estamos. ‘Ah, sí -me contesta-, qué lástima’. ¿Dos rayitas es que no?’. Y yo salté: ‘¿Cómo que dos rayitas. Me estás tomando el pelo?”. Vuelvo corriendo al baño, veo las dos rayas y dije: ‘Estoy’. Nos miramos con ojos llorosos de emoción, aunque todavía había que confirmarlo, pero ya parecía un hecho.
—Y al día siguiente, ¿la confirmación total?
—Sí, me hice el segundo test a la mañana, y volvió a dar positivo. Llamé a nuestro médico y le pregunté los pasos a seguir. Me dijo que hiciera dos o tres horas de ayuno y después un análisis de sangre. Fui a la clínica, volví, y me quedé esperando los resultados. Esperé que Fabián volviera del entrenamiento, y a última hora fuimos a buscarlos. Los retiramos, nos sentamos en el auto y llamamos al doctor. Los números eran altos, algo así como 13.000. “Entonces estás embarazadísima. ¡Felicitaciones!”, nos dijo el médico, y nos abrazamos emocionados.
—¿Sintió ganas de contárselo a todo el mundo?
—No, los dos primeros meses los vivimos muy contenidos. En realidad, la única que lo supo fue la mamá de Fabián, que justo vino a visitarnos a Monterrey. Recién cuando se cumplieron los tres meses se lo dijimos a todos.
—Durante la búsqueda, ¿tomaron algún consejo o fórmula para inducir a que nazca de determinado sexo?
—No nos obsesionamos, aunque yo le decía a Fabián: “Comé mucha fruta y verdura así sale el primero nena”. Creo que Maru Botana recomendaba lo mismo, entonces lo cargaba, mitad en broma y mitad en serio, para que comiera naranjas y limones. En un principio los dos deseábamos una nena, pero después pensé: “Un enano que me juegue a la pelota no estaría nada mal”. Ahora me muero por las dos cosas, y si en la ecografía hubiesen salido mellizos, también estaría encantada.
—¿Algún recaudo especial por parte del médico?
—Sí, él ya sabe de mi amor por los animales, y me pidió que no permaneciese tanto en mi granja. Sobre todo por los pájaros y los gatos, ¡me quiero morir! Cuando llegamos pasamos los dos primeros días en Cardales, y la recomendación es que no los ande toqueteando ni que duerma con ellos. Pobre Fabián, tenía que estar atento a que los 29 perros no me saltaran para no golpear mi panza. Después fui a saludar a los caballos y me cuidaba de que no aplastara la panza contra el alambrado. Definitivamente, el embarazo se volvió más real.
—En cuanto a las comidas, ¿alguna dieta especial?
—Lo único que no puedo comer es sushi, algo que también lamento bastante. Después, que ingiera más frutas y verduras no hay problemas, porque soy vegetariana. Y para los antojos, menos mal que ahora voy a estar unos meses en la Argentina. ¿Sabés lo que fue cuando quedé embarazada? Me moría por comer facturas, churros con dulce de leche, galletitas Sonrisas, o las Melba… Y allá no existe nada de eso.
—¿Cuál es la planificación para los próximos meses?
—Como el equipo de Fabián quedó eliminado, él entró en vacaciones, y recién tiene que volver el 2 de junio, para la pretemporada. Calculo que me quedaré un mes más de esa fecha, después me voy.
—¿Decidieron dónde nacerá el bebé?
—Eso depende de la ciudad donde esté jugando él. Antes de quedar embarazada yo decía que me encantaría tenerlo en la Argentina, pero parece que va ser imposible, porque tendría que alejarme mucho tiempo de él. Fabián quiere presenciar el parto, y por eso será donde le toque jugar. Lo más seguro es Monterrey, donde tiene contrato hasta fin de año. Para el caso, ya tenemos el médico y la clínica programados. Eso sí, a fin de año venimos a Buenos Aires para presentarlo y bautizarlo.
—¿Se imagina a la Nicole madre?
—Obvio que va a ser algo nuevo, porque no lo viví, pero estoy bastante entrenada. Ya me tocó cuidar a varios ahijados y primitos y, por ejemplo, sé lo que es cambiar un pañal. Tampoco tengo esa impresión de fragilidad que causan los bebitos. En Monterrey me la pasaba horas y horas cuidando chicos en un hogar de niños, y los sé maniobrar. Después, una se pregunta si va a ser buena madre. Me gustaría educarlo con disciplina, aunque reconozco que los chicos me pueden.
—Y a su hijo/a, ¿cómo se lo imagina?
—Seguro que va ser inquieto y muy sociable. Me va a encantar que lo alcen y le jueguen, nada de egoísmos. Me gustaría lograr un equilibrio, que sea indio pero, a la vez, educado.
—¿Qué repercusiones generó la noticia?
—Todo el mundo sabía que deseaba quedar embarazada, y estaban pendientes de eso. Quisimos esperar hasta los tres meses, pero una semana antes se filtró y no quedó otra que anunciarlo. Por ejemplo, un día el papá de mi hermana me dice por e-mail: “Te tengo que felicitar, acá la prensa anda diciendo muchas cosas”. También estaba la duda de si era verdad, porque no era la primera vez que saltaba el rumor. Cuando me pareció inmanejable, le pedí a mi manager, Mauricio Catarain, que lo confirmara. Y como no pude llamar a todos mis tíos y abuelos, algunos se ofendieron. Pero lo más importante es que todos están felices.
—¿Cree que la llegada del bebé servirá para unificar más a su familia?
—Y, sí, te une más. Con mi mamá ya estaba todo bien. De hecho, llegué un lunes a Buenos Aires y el martes, a las 9:30, mamá ya estaba en el campo de Cardales. Me parece que son momentos de los que todos quieren participar. Lo más interesante va a ser la foto con mamá y papá juntos. Creo que no se ven desde que tienen 18 años, y ambos me confirmaron que van estar, sea en la ciudad que fuere. Va a ser muy gracioso.
—Y su marido, ¿cambió en algo?
—Está más meticuloso. Me cuida que no cargue cosas, que no se me acerquen los animales. Y le fascinan los cambios que se dan en mi cuerpo. Una siempre tiene ese temor de que deja de ser atractiva con el embarazo. Pero él no, me dice: “Sos la mamá más sexy, estás hermosa”. Y eso me motiva, me hace sentir divina.
—Una vez que sea mamá, ¿intentará recuperar cuanto antes su figura? ¿Volverá a trabajar?
—No me voy a desesperar por volver enseguida. Quiero disfrutar del bebé y no perderme nada. Si justo sale algún trabajo puntual, lo voy a hacer, pero nada de dedicarme a full. Aparte, hace quince años que trabajo, y la sensación de sentirme realizada y satisfecha en mi profesión, ¡gracias a Dios, ya la tengo! Voy a seguir siendo una mujer sexy y sensual, por supuesto, pero sin la necesidad de mostrar.
—Ahora que está por ser mamá, ¿conserva sus deseos de adoptar un hijo?
—Sí, absolutamente. En ese hogar de Monterrey que te conté me enamoré mal de dos nenes, y me los quería llevar. Nos reunimos con las autoridades con la idea de adoptar, pero allá necesitás ser residente mexicano, tener más de un año de casado, y comprobante médico de que no podés tener hijos biológicos. Nosotros no cumplíamos ninguno de esos requisitos, pero es algo que queremos hacer. Es más, cuando tengamos nuestras próximas vacaciones vamos a empezar los trámites. Cuando le confesé a CARAS que quería adoptar un bebé, hace tres años, no era ningún capricho.
—De noche, cuando reflexiona y mira hacia atrás. ¿Le cuesta creer todo lo que le ocurrió en estos dos últimos años?
—En su momento era difícil de imaginar. Lo veo como que, finalmente, Dios me dijo: “Tomá, acá está tu regalo”. Y como siempre creí que las cosas pasan por algo, el círculo se cerró perfecto. Siempre quise tener hijos antes de los 23, pero la vida me demostró que no era la ocasión. Las cosas se dieron en el momento justo y con el hombre ideal, que tiene un corazón de oro, me malcría, me cuida y me respeta. Ahora, a la vida, ya no le puedo pedir más.
Fuente: RevistaCaras
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