Todo había comenzado hace seis años, cuando se vieron por primera vez en Comodoro Rivadavia, donde ella había viajado para un desfile en el que él estaba como invitado. Sin embargo, y a pesar del interés mutuo que nació en el primer encuentro, recién en octubre de 2005, cuando Bruno llegó a Buenos Aires para jugar en River, comenzó la relación. “Estamos muy enamorados”, dijeron una y otra vez y lo repitieron el lunes, mientras vivían el momento tantas veces soñado. Una miniluna de miel que se regalaron antes de una planeada separación temporal -durante la que Pamela trabajaría en Italia-, fue la ocasión para que el destino los uniera definitivamente. Ella quedó embarazada y su proyecto europeo quedó en brumas frente a la luminosa noticia. Ya nada los separaría. Juntos esperaron en Córdoba la llegada del bebé que nació el 27 de enero de 2007. La boda ocupaba el lugar de los sueños siempre postergados. Las temporadas teatrales de Pamela y las giras de Bruno con su equipo de básquet, el Atenas de Córdoba, del que es la estrella, no les permitían encontrar el momento adecuado. Sin embargo, unos meses atrás, después de planificar cuidadosamente las actividades de 2008, Bruno le propuso casamiento formalmente. Y ella, por supuesto, aceptó.
Así comenzaron a pensar cada detalle de la boda. Después de visitar muchos salones, se decidieron por la estancia “La Angelina”, un sitio de las fiestas más top de la provincia. Situada en la localidad de Unquillo, tiene capacidad para 800 invitados, y desde allí se avizoran las pequeñas sierras de Córdoba. No les fue fácil conseguir la fecha que querían, ya que es un salón que ya tiene el 40 por ciento de ocupación. Pero una vez que lograron contratar el lugar todo se fue acomodando.
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